«The absent image: Ekphrasis and the ‘Infinite Relation’ of Translation» (Journal of Visual Culture, VI (1), 2007) es un valioso artículo de George Shapiro, donde este autor comenta la permanente relación que ha habido en Occidente entre ver una imagen (una pintura, un paisaje) y hablar sobre ella. El término técnico para esto es ékphrasis.
A pesar del hiato (écart) insalvable entre una imagen y la descripción verbal que de esta se hace (ekphrasis), la humanidad parece no poder contener esa necesidad infinita y deseosa (en palabras de Foucault) de hablar sobre lo que ve, aunque siempre se le escape [1]. La tesis de Shapiro es simple pero fascinante. De uno u otro modo, la ausencia ha estado siempre presente en nuestro hablar sobre arte. La ausencia como un alejarse de lo visto para poder hablar sobre ello, pero también la ausencia de algo «en sí mismo» sobre lo que hablar; incluso la ausencia de un lugar privilegiado desde donde ver «the whole picture». Ausencia que funda esta interminable y siempre insatisfecha necesidad humana de hablar sobre lo que se nos escapa[2].
Shapiro pasa lista en la tradición occidental. Homero habla sobre el escudo de Aquiles (canto XVIII, Ilíada). Empero, nunca vio tal escudo; Homero fue ciego para empezar, pero además el mítico (y seguramente inexistente) escudo pertenecía a una época muy lejana para el propio bardo. Además, los motivos del escudo se movían solos, haciendo de dicho ítem algo sencillamente imposible. Y sin embargo Lessing (1766) realiza una bella descripción del mismo. Por su parte, hay un comentario por Alexander Pope (1709-35). Luego, hay una reconstrucción del escudoa partir de dibujos de Flaxman. Finalmente, Cy Twomby tiene trazos surrealistas inspirados en la historia del escudo, que funcionan como una interesante reflexión sobre todos estos niveles de citación y ekphrasis que nos alejan de «lo real».
Parece ser que siempre ha sido así. Plinio (50 d.C.) narra que Apeles y Protogenes compitieron por quién podía hacer las más delicadas y delgadas líneas (Historia Natural, XXXV, 81-3). Estas líneas, casi invisibles, lo son en realidad dado que para el tiempo de Plinio ya no existían. El texto conceptual de Plinio ha reemplazado el original, si existió.
Filostrato el Viejo (200 d.C.) aporta la más extensa colección de ekphrasis del mudo clásicos que no sabemos si realmente existieron. Su descripción, aunque de tenor didáctico, tiene de interesante un nivel de conciencia sobre la inevitable impureza de toda ekphrasis, De ahí que no dude en tener un estilo conversacional y retórico, que evoque vívidamente lo representado [3].
El Renacimiento trae el encumbramiento de la Antigüedad y de sus obras; muchas de las cuales, empero, solo existen en registros verbales. Este hecho significativo no impide que tales textos sean usados como fuente de inspiración para el arte de los siglos a venir. De hecho, el siglo XVIII parece abrazar la subjetividad de la ekphrasis de las fuentes clásicas como alternativa al empirismo y realismo de la época.
Diderot, en sus Salons, emplea una retórica que acepta directamente la ausencia de la imagen «original». Toma modo conversacional, “pensamiento no jerárquico”. Tenemos en este brillante texto una multiplicidad de voces, continua variación de situaciones dramáticas y narrativas, incluso intercambios con el lector[4]. Los diálogos se dan con los personajes en los cuadros, con los asistentes al salón parisino, con uno mismo. Son una reflexión sobre las aporías de la representación (e incluso de la jerarquía de original, copia y forma). Son además estos diálogos un descentramiento de un supuesto ojo trascendental o una verdad en sí a captar.
Schlegel, en Die Gemälde (1799) ofrece también una multiplicidad de voces como el modo más auteéntico de tratar con la distancia entre el original y su ekphrasis. En este diálogo juegan el punto de vista de crítico, de artista, de amateur, de hombre, de mujer. No solo eso. Hay una ausencia total de la obra. Mientras que los comentarios de Diderot se daban desde el salón mismo, Schelegel trabaja desde la memoria; mejor dicho, desde las memorias. Con Kant, Schelgel abre la posibilidad del juicio como una conversación infinita, pero cuestiona la universalidad del juicio del gusto[5], que también estará en el idealismo o en el positivismo.
Dejo para un siguiente post qué ocurre, a parecer de Shapiro, con el tema de la ekpharsis en Nietzsche y en siglo XX. El eje, como espero ya se haya notado, es mostrar cierto grado de conciencia -cada vez más explícito y aprovechado- sobre la impura y rica relación entre ver y hablar sobre lo que se ve.
[1] Shapiro, George, “The absent image: Ekphrasis and the ‘Infinite Relation’ of Translation, en: Journal of Visual Culture, VI (1), 2007, p. 13. Foucault: “Lo que vemos nunca reside en lo que decimos”.
[2] Deleuze en sus Estudios sobre cine, y Derrida en su Memoirs of the Blind.
[3] Shapiro “The absent imagen”, pp. 16-17.
[4] Shapiro, “The absent imagen”, p. 18.
[5] Shapiro, “The absent imagen”, p. 19.
[6] Shapiro, “The absent image”, p. 15.
[7] Shapiro, “The absent imagen”, p. 20.
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